La misteriosa desaparición de Louis Le Prince y su impacto en la historia del cine

Las ciudades y el cine se dieron forma mutuamente. Desde sus primeras proyecciones a finales del siglo XIX, las imágenes en movimiento transformaron la manera en la que la sociedad citadina se aproximaba a los lugares, permitiéndoles conocer otras partes del mundo a través de su mirada y construyendo ideas e imaginarios compartidos sobre las ciudades que las cámaras iban capturando en sus cintas.

El cine fue el primer medio en retratar fielmente la sensación de encontrarse en un lugar distinto al del cuerpo físico e implicó una revolución en nuestra apreciación del espacio y de la realidad. Al ver una película y al recorrer una ciudad, nuestra percepción (atravesada por memorias, ilusiones, experiencias, pensamientos, deseos, ideas y olvidos) comienza a abrir caminos infinitos que nos invitan a transitar mental y físicamente por todos sus recovecos.

El primer testimonio cinemático de una ciudad se le atribuye a Louis Aimé Agustin Le Prince, quien fijó el tráfico del bullicioso puente de Leeds (Inglaterra) en 1888. Este hecho parece convertirlo, por encima de los hermanos Lumière y de Tomás Edison, en el inventor del cine. Dada su peculiar historia, en este artículo ahondaremos en su vida y en su misteriosa desaparición la cuales, hasta la fecha, siguen formando parte de los vacíos en la historia del primer cine.

Puente de Leeds (1888), Louis Le Prince.
  • Los primeros años de Louis Le Prince

Nacido en Metz (Francia) el 28 de agosto de 1841, recibió su primera formación en Bélgica, Francia y Alemania. En 1866, se mudó a Yorkshire (Reino Unido) para trabajar en la firma Whitley Partners, en Leeds. Allí trabajó como dibujante e intérprete, se convirtió en socio de la firma y, eventualmente, se casó con la hija de su empleador, Joseph Whitley, llamada Lizzie.

La joven pareja se involucró rápidamente en la vida intelectual y cultural de la Inglaterra victoriana. Se convirtieron en miembros activos de la Sociedad Literaria y Filosófica de Leeds y fundaron la Escuela Técnica de Arte de esa ciudad, donde enseñaban dibujo y cerámica. Lamentablemente, la firma empezó a decaer a principios de la década de 1880 y, dos años después, la familia Le Prince se reubicó en Nueva York.

  • Agustin, el cine, la guerra de patentes y su misteriosa desaparición.

Ya en Estados Unidos, Lizzie y Agustin se involucraron en varios negocios creativos que no fueron especialmente exitosos; no obstante, en 1885, Le prince comenzó a experimentar con las imágenes en movimiento (hecho que transformaría el curso de su vida) y adoptó un estilo de vida trashumante, moviéndose entre Estados Unidos, Francia y Reino Unido.

La cámara de 16 lentes de Le Prince (1887 c.a.)

El 2 de noviembre de 1886, Agustin solicitó una patente en Estados Unidos (número 376,247), para «Un método y un aparato para producir imágenes animadas de escenarios naturales y vida cotidiana». Esta consistía en la cámara de 16 lentes que reproducimos arriba.

Patente concedida a Le Prince el 10 de enero de 1888 en EEUU.

El 10 de enero de 1888, se le otorgó la patente y, ese mismo día, solicitó la misma patente en Reino Unido (número 423), en la cual también añadía una cámara de un sólo lente y un proyector para mostrar las películas. Esta le fue concedida en noviembre. En marzo de ese mismo año, estaba de regreso en Leeds construyendo el aparato.

En octubre, empezó a hacer pruebas con su nueva cámara en el jardín de la casa de su suegro. Estas primeras secuencias, en las que la familia fue retratada bailando (Roundhay Garden Scene), pueden datarse de forma precisa gracias a la presencia de Joseph Whitley, quien falleció diez días después del rodaje. Pocas semanas después, Le Prince filmaría su histórica secuencia sobre el puente de Leeds, convirtiéndose en el primer testimonio cinemático urbano en la historia.

A pesar de que la cinematografía iba por buen camino, la cuestión de la proyección seguía siendo problemática. Intentando solucionar esta limitante, Le Prince se encerró en su taller, en Woodhouse Road. Fue en este mismo lugar, al año siguiente, donde proyectaría por primera vez sus imágenes del puente de Leeds utilizando placas de gelatina montadas en cristal.

Sin embargo, aunque consiguió que las imágenes se movieran (a una velocidad de siete cuadros por segundo), la solución de proyección no era todavía lo suficientemente eficiente por el peso y la delicadeza del cristal. Para conseguir que las imágenes se movieran a un rítmo adecuado, Le Prince necesitaba un material fotográfico ligero, resiliente y tranasparente que pudiera resistir el calor y la velocidad producido por correrlo a una velocidad mínima de 16 cuadros por segundo.

Dos meses después, empezó a experimentar con el celuloide. Rápidamente, se dio cuenta que lo había conseguido y, en mitad de la convulsa guerra de patentes que caracterizó las últimas décadas del siglo XIX, mandó a su hijo mayor, Adolphe, de regreso a Nueva York para que, junto con Lizzie, arreglaran una presentación pública del invento.

A finales de 1889, Lizzie consiguió organizar una presentación en la prestigiosa mansión Morris-Jumel en Manhattan para la gran premiere del invento de Le Prince, a realizarse en septiembre del siguiente año. Empero, el 16 de septiembre, Agustin abordó un tren en la estación de Dijon (ciudad en la que estaba visitando a su hermano) hacia París y despareció, junto a su equipaje, sin dejar rastro.

Fue visto por última vez entrando a su cabina con sus pertenencias. Nadie lo vio salir a lo largo del trayecto (dada su elevada estatura, era difícil que pasara desapercibido entre los pasajeros). Igualmente, dado que era una ruta directa, no pudo haberse bajado (ni nadie lo pudo forzar a descender) en ninguna parada previa a París. Finalmente, el conductor aseguró que las ventanas de la cabina se encontraban cerradas y con cerrojo desde adentro. Ni Scotland Yard, ni su familia consiguieron encontrarlo.

Dada la subsecuente fama de los hermanos Lumière y de Edison, la familia Le Prince estuvo segura de que la desaparición de Agustin fue un acto de sabotaje de sus compatidores. Dentro del contexto de la guerra de patentes y del rastro administrativo que fueron dejando estos inventores en su camino, Le Prince parece tener primacía tanto sobre el kinetoskopio de Edison (cuya patente data de 1893), como de la primera proyección de los Lumière (1895) y del vitascopio, también de Edison (1896).

No obstante, también es menester apuntar que la creación del cine tuvo lugar en un momento en el que muchos inventores estaban generando distintas propuestas para capturar y proyectar las imágenes en movimiento (desde los más famosos, que recién mencionamos, hasta pioneros menos conocidos como Marey y Friese-Greene).

En este contexto de franca aceleración y de férrea competencia, sería ingenuo y simplista argumentar que el cine haya sido inveción de una sola persona; sin embargo, lo que sí deseamos apuntar es que Le Prince (como otros pioneros olvidados por la historia) merece un lugar en el bulliciosa narrativa del primer cine y que, si no se hubiera esfumado misteriosamente en ese tren, la historia del cine sería muy distinta a la que concoemos.

Referencias

Howells, R. (2006). Louis Le Prince: the body of evidence, Screen, 47:2.

Silent Era, «Progressive Silent Film List», [http://www.silentera.com/PSFL/data/T/TrafficCrossingLeedsBr1888.html].

Swancer, B. (2021), The Bizarre Vanishing of Louis Le Prince, The Father of Cinematography, BBC, [https://darkfringeradio.com/2021/06/23/the-bizarre-vanishing-of-louis-le-prince-the-father-of-cinematography/].

Zacco, M (2019). Las ciudades y el cine. Las películas como pasaporte.

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